MADRE, INTERIORISTA Y ARQUITECTO TÉCNICO

Me defino así y en este orden aunque en mi vida todo ha sucedido en orden inverso.

Estudié  Arquitectura técnica y tras varios años a pié de obra, me di cuenta de que lo que realmente me gustaba era el acabado final de los espacios.

Decidí  entonces formarme en Interiorismo.
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Los espacios nos hablan, no sientes lo mismo al entrar en una gran catedral, que en un ascensor o en una floristería, y es que los espacios nos transmiten emociones.
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A partir de entonces he trabajado como interiorista en distintos estudios, creando entornos tanto públicos como privados.
Siempre me ha atraído la psicología  del espacio, cómo los usuarios interactúan en ellos, se mueven, sienten y crean sus recuerdos a partir de los lugares que habitan.
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Pero todo cambió cuando tuve a mi primer hijo Íñigo.
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Estar embarazada te llena de felicidad y te pasas horas pensando y viendo revistas sobre cómo decorar su habitación y que necesitará los primeros meses.
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Entonces preparas un dormitorio con todo lo que te dicen que es necesario.